11º Congreso Internacional de Antropología AIBR
Responder a las incertidumbres y ansiedades asociadas al cambio climático requiere movilizar los sistemas de género y parentesco, que en cada sociedad organizan la producción y reproducción de las personas, los lazos sociales y los entornos. Los antropólogos históricos y las feministas decoloniales llaman la atención sobre el hecho de que los roles y relaciones de género y parentesco, institucionalizados con el auge del capitalismo colonial, se adaptaron para facilitar formas de explotación que condujeron a una gran aceleración de la producción y del uso de los recursos, así como de la degradación de los ecosistemas y el desequilibrio planetario. Pero ¿qué aporta la investigación antropológica para ayudar a ampliar estos horizontes y cambiar de rumbo? Hoy aprendemos de algunas voces y visiones de América Latina, incluyendo feministas comunitarias e indígenas que celebran y politizan prácticas de comunalidad y convivencia, y hombres que practican roles regenerativos de crianza aun cuando desempeñan masculinidades adaptadas al trabajo en industrias extractivas que degradan sus cuerpos y entornos. Desconocer lo que está por venir puede llevarnos a elaborar soluciones más contundentes para construir y establecer otros mundos posibles. Las expectativas generadas por el género y el parentesco —empezando por el cuidado íntimo de los seres humanos y de la naturaleza mediante lazos de reciprocidad y confianza— pueden adaptarse para aumentar el significado y el placer hoy, así como para reorientar a las sociedades hacia la regeneración de la abundancia. Infelizmente, este potencial transformador provoca una feroz resistencia. La representación de las normas de género y de parentesco como algo inmutable, determinado por la biología o por Dios, extingue el impulso creador. La interiorización de las expectativas sociales nos dificulta cuestionarlas como fenómenos históricos que cambian y pueden cambiar. Apelo a vuestra profunda comprensión cultural y a vuestras formidables capacidades creativas para imaginar y forjar identidades, deseos, y relaciones que produzcan y reproduzcan los mundos que queremos.
Los debates sobre la conservación del medio ambiente, y en particular sobre la prevención del calentamiento global, están estrechamente vinculados a los pueblos indígenas, ya que éstos habitan gran parte de las zonas forestales que quedan en el mundo, muy apreciadas por su capacidad para absorber dióxido de carbono. América Latina y el Caribe, por ejemplo, poseen el 23,5 % de la superficie forestal mundial. Alrededor de la mitad de la población indígena de América Latina vive en zonas de bosques tropicales. Las poblaciones indígenas suelen pertenecer a los grupos más pobres de los países donde residen. Además de otros muchos riesgos sociales y ecológicos, muchos viven en zonas especialmente vulnerables a los efectos del calentamiento global; pensemos, por ejemplo, en los humedales costeros, los manglares, los arrecifes de coral, etc. de los trópicos. A menudo se ha descrito a los pueblos indígenas como «conservacionistas naturales» y a su modo de vida como especialmente sostenible por su supuesta estrecha relación con la «pacha mama» o Madre Naturaleza en América Latina y más allá. Desde hace un par de años, el concepto de «buen vivir», que hunde sus raíces en las cosmovisiones indígenas, ha despertado un gran interés como posible guía para orientar nuestra reflexión sobre el desarrollo sostenible. Se hace referencia a sus conocimientos «tradicionales» y a su especial proximidad con la naturaleza, basados en una cosmovisión que considera al grupo indígena «como parte del mismo sistema que el medio en el que vive» (FAO 2017). Esto a menudo se contrasta con la llamada cosmovisión científica occidental, que tiene como objetivo la dominación humana de la naturaleza (por ejemplo, Whyte et al. 2018). La charla abordará, tres cuestiones relacionadas con estos supuestos: 1. Por lo general, en muchos casos no queda claro qué se entiende por sostenibilidad. Esto da lugar a estrategias diferentes y a veces contradictorias para lograr la sostenibilidad. 2. También se observa una diferenciación insuficiente en lo que respecta al concepto de pueblos indígenas. 3. Las cosmovisiones u ontologías indígenas se han homogeneizado y esencializado indebidamente y se han yuxtapuesto de forma engañosa a la ontología occidental. Pero las ontologías cambian con el tiempo, no siempre son compartidas por todos los miembros del grupo y suelen estar implicadas en relaciones o intercambios con otras cosmovisiones. Por lo tanto, es crucial preguntarse en qué condiciones pueden surgir y mantenerse ontologías como la anterior. Además, los llamados sistemas tradicionales de gestión de recursos no sólo dependen de determinadas cosmovisiones y normas, sino también de la existencia de instituciones políticas y sociales, como las estructuras de reciprocidad generalizada dentro de los grupos.